Parece una contradicción y, de hecho, lo es. Lo que no resulta tan sencillo es poner coto a ella. Estamos hablando del agua. Por un lado se pide que no se derroche el vital líquido y por otro se pierde una cantidad inmensa de agua en los complejos termales. De manera que la realidad resulta contradictoria. Hay que buscar alternativas.
EL AGUA DULCE
Seguramente, lo primero que se debe recordar es que el agua es un elemento crítico para la supervivencia de todos los organismos vivos en la Tierra. Algunos organismos pueden usar agua salada, pero muchos, incluyendo la gran mayoría de las plantas superiores y la mayoría de los mamíferos (los humanos entre ellos) deben tener acceso a agua dulce para sobrevivir. Algunos mamíferos terrestres, tales como roedores del desierto, parecen sobrevivir sin beber, pero en realidad generan agua a través del metabolismo de semillas de cereales, y cuentan con mecanismos eficientes para conservar el agua.
No es tanta el agua dulce que existe en el mundo. Del total de agua en la Tierra, el agua salada -en los océanos, los mares y las aguas subterráneas saladas- representa alrededor del 97 por ciento de la misma. Sólo el 2,5 a 2,75 por ciento es agua dulce, incluyendo 1,75-2 por ciento congelado en glaciares, hielo y nieve, 0,7-0,8 por ciento en aguas subterráneas dulces, y en la humedad del suelo, y menos de 0,01 por ciento del total es agua superficial encontrado en lagos, pantanos y ríos.
Lagos de agua dulce contienen alrededor del 87 por ciento del total de agua dulce superficial, incluyendo 29 por ciento en los Grandes Lagos de África, 20 por ciento en el lago Baikal en Rusia, 21 por ciento en los Grandes Lagos de Norteamérica, y 14 por ciento en otros lagos. Los pantanos tienen la mayor parte del resto de las aguas superficiales, y los ríos sólo tienen una pequeña cantidad, especialmente el río Amazonas. La atmósfera solo contiene 0,04 por ciento de agua. En las zonas sin agua dulce superficial, el agua dulce derivado de las precipitaciones puede, debido a su menor densidad, superponerse a las aguas subterráneas salinas en lentes o capas. La mayor parte del agua dulce del planeta está congelada en las capas de hielo. Extensiones importantes, tales como desiertos, se caracterizan por la falta de agua dulce.
En nuestra zona tenemos una ventaja: el Acuífero Guaraní. Debemos cuidarlo. Esa es una obligación ineludible.
AGUA DE TERMAS
Se plantea aquí lo que apuntábamos al principio. Se pide que no se derroche agua, pero en termas se derrochan millones de litros anuales. Es necesario, por lo tanto, hallar una solución a este problema.
Vale recordar que el 21 de agosto de 2000, a la 1:30 horas, comenzó a fluir el agua termal en Chajarí, a razón de 374.000 litros por hora. Es necesario hacer un rápido cálculo del agua termal que se usa y recordar que el agua que se emplea termina desechándose. A eso multiplicarlo por lo que se derrocha en el resto de los complejos termales que hay en la provincia.
En octubre de 2007 planteó este tema a Daniel De Michele, entonces director de la carrera de Especialización en Termalismo, en la UNER. De Michele expuso los resultados de algunos estudios realizados en ese momento por ese centro universitario en cuanto a concentraciones de sodio en las aguas termales. Con respecto a las termas ubicadas en nuestra región (con bajos niveles de sodio) el profesional indicó que se hicieron pruebas con parámetros de agua potable y en algunos casos, son prácticamente aguas bebibles. Esto abre un campo que tiene que ver con el embasamiento del agua. El profesional indicaba entonces que la expuesta es una línea que hay que investigar. “Estas aguas son embotellables y son utilizables comercialmente”, aseguraba.
También el profesional habló de hidroterapia. En ese orden, hizo hincapié en la capacitación de profesionales para desarrollar esas técnicas. “No se ha desarrollado ninguna línea de hidroterapia y eso es un desaprovechamiento”, apuntaba.
Estas son algunas alternativas, pero indudablemente habrá otras. Es necesario sacar mayor provecho al agua termal y, además, no desecharla. La forma de lograrlo no dependerá de las buenas intenciones y la insistencia de un periodista, sino de la decisión de los gobernantes para encontrar alternativas viables.
Como pasa en varias ciudades termales, en Chajarí el agua potable se derrocha. Esto viene sucediendo hace años y lo admiten los funcionarios de los distintos gobiernos municipales. El problema es que no se le pudo encontrar solución. Parecería, además, que la gente olvida que al agua potable hay que producirla, lo que requiere trabajo e inversión. El dinero que se invierte es del pueblo, más allá que algunos confundan las cosas y digan un falso “que lo pague el gobierno”. El gobierno administra el dinero de los ciudadanos. Importante este punto.
Hace varios años comenzaron a colocar medidores que, lamentablemente, no dieron el resultado deseado, pero además la gente comenzó a quejarse porque, por supuesto, al estar medido el servicio, lo que debían abonar era mayor. Pero sin dudas que las cosas cambiarían si se colocaran medidores. De hecho, donde estos elementos están en funcionamiento el consumo es muy bajo comparado con el de Chajarí.
En otro orden, sería importante estudiar qué hacer con el agua terma que se emplea.
NOTA APARECIDA EN LA REVISTA «MARCARÓ» EN ENERO DE 2014
Según la propaganda del turismo termal, las aguas subterráneas extraídas en los complejos pueden ofrecer al turista: salud, recreación y bienestar físico, mental y espiritual. El agua todo lo cura.
Pero el manejo del agua como recurso suele tener sus contradicciones, a veces inverosímiles para una provincia llamada Entre Ríos. Según contó a Mascaró Néstor Rubén Juárez Bitz, director del semanario Panza Verde de Concordia, “al costado del río Uruguay, en la mayoría de los barrios de la ciudad no tienen agua corriente (además los caños de las cloacas son muy chicos y se tapan con facilidad), mientras a pocas cuadras millones de litros de aguas termales son arrojas diariamente al río”.
Otro punto de discusión alrededor de las termas, tiene que ver con la cuestión ambiental. “La realidad es que no existe un control sobre los pozos de aguas termales, da pena ver como se desperdicia el agua sin ningún control mientras que en otros lugares falta”, dice Juárez Bitz.
En el año 2007, la Auditoria General de la Nación realizó un informe en el que advirtió sobre la contaminación que las explotaciones termales pueden producir en el Acuífero Guaraní y que recomienda terminar con las perforaciones, pidiendo, expresamente “no avanzar con nuevas perforaciones” y “cerrar definitivamente las perforaciones salinas” en Entre Ríos.
Sin embargo, los proyectos termales siguieron siendo una apuesta provincial.
Jesica Musuruana, militante de la ONG “Más ríos menos termas” de Paraná, explica el daño ambiental que genera este tipo de explotación: “el agua termal que se extrae hacia la superficie, después de su utilización tiene como deposito final ríos y arroyos, generando así contaminación térmica ya que aumenta la temperatura de los medios acuáticos, sumada a la contaminación química, dado que el agua termal tiene entre 80 y 130 gramos de sal por litro esto en contacto con el ambiente produce la salinización de las cuencas”
Diego Rodríguez, director de la Fundación Mbiguá, ciudadanía y justicia ambiental, observa que “ese impacto es evidente, lo que sumado a la falta de controles y estudios, hace que la situación sea realmente preocupante, sobre todo si se piensa en que el turismo tiene que ser una actividad de explotación racional y sustentable”.
El último de los proyectos termales de la provincia sin embargo se vio trunco gracias a la resistencia de los vecinos de Paraná. El complejo que se intentaba instalar en el predio Toma Vieja, un área natural protegida de la capital entrerriana, debió ser suspendido por el propio gobernador.
Como lo vienen reclamando los vecinos de Malvinas Argentinas en Córdoba en el campamento que se opone a la planta de Monsanto, los vecinos de Paraná reclamaban una consulta popular para que sean los pueblos los que decidan qué se hace con sus tierras y sus ríos. A fin de cuentas, el Artículo 19 de la Ley General del Ambiente, señala que: “Toda persona tiene derecho a ser consultada y a opinar en procedimientos administrativos que se relacionen con la preservación y protección del ambiente, que sean de incidencia general o particular, y de alcance general.”
Finalmente, luego de una larga resistencia por parte de organizaciones ambientalistas, políticas y sociales que incluyó un acampe por tiempo indeterminado, el gobernador Urribarri debió frenar el polémico proyecto termal en el complejo del Camping “La Toma Vieja” de Paraná.
Más allá del costo ambiental y de los peligros que puede acarrear para el ecosistema la exposición de minerales (como hierro, magnesio, bicarbonato, flúor, cloruros, sulfatos, calcio, potasio), otra variable que se presenta es la de la concentración en pocas manos de todos los negocios que rondan al turismo.
CIUDADES CASINO
Si bien la apuesta por el turismo fue una decisión de Estado y el peso de las inversiones mayormente estuvo en sus manos, el entrecruzamiento entre el sector público y el sector privado se expresa en cada una de las ciudades.
Raúl Combis cuenta que en la localidad de Federación, “lo único que perdura en la esfera de lo municipal es el complejo termal, todo lo demás está en manos del sector privado y concentrado”. Al menos en Federación, el Estado sigue teniendo alguna participación, en tanto que varios complejos son directamente privados o concesionados.
Los hoteles y los casinos también se proliferaron por todo Entre Ríos. En toda la provincia hay 8 casinos y 13 establecimientos deTRAGAMONEDAS
. En estos rubros, las sociedades estatal-privadas no siempre están muy claras.
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