Nacida en 1965 en la ciudad bonaerense de Necochea, Ana María Cacopardo, descendiente de sicilianos, se fue a estudiar Comunicación a la ciudad de La Plata y aseguró, en la mesa redonda de Paisaje (la radio que la trajo a Federación) que «algunos crueles me decían Caco». Cuando se le preguntó cómo se definía, ella respondió. «Yo en esto de la comunicación y el periodismo fui haciendo un camino que se va afianzando a medida que uno va haciendo el camino; fue así», dijo. Remarcó que a ella le interesó siempre hacer un periodismo «que intervenga en la cosa pública» y que su periodismo «es político en el sentido más amplio». Documentalista, integrante de la Comisión Provincial (de la provincia de Buenos Aires) por la Memoria y la Verdad, realiza hace años «Historias debidas», que ahora seguirá mostrándose por la pantalla del Canal Encuentro porque le han renovado su contrato y que es el programa que le da título al libro que vino a presentar a Federación. «Resalto que es todo junto y con b larga porque me parece que son historias que nos debemos, que saldan una deuda», dijo.
«Mi periodismo está muy ligado a los derechos humanos y que en mi caso es una marca generacional muy fuerte; yo llegué a la ciudad de La Plata en el año 1984; imagínense que era plena primavera democrática y para mi fue muy fuerte escuchar por primera vez a Estela de Carlotto o a Hebe de Bonafini, a mis compañeros y tantos otros que no conocía pero todos tenían una historia vinculada a la memoria de la represión de la dictadura y a la memoria de una militancia para mi desconocida», dijo Cacopardo. Aseguró que tiene un hermano mayor y que su padre era maestro mayor de obras. Su madre: ama de casa. «Mi familia no tenía tradición política y el legado familiar era el ladrillo porque mi hermano o estudió Arquitectura y mi padre era maestro mayor de obras, mi tío también, asi que el legado era el ladrillo; cuando dije que me iba a estudiar Periodismo me miraron raro», relató. Detalló que su padre le dejó el legado de la solidaridad porque era de comer asados con sus obreros y estar atento a cuestiones sociales.
«Para mi fue siempre de la mano mi laburo en el periodismo, la comunicación y el documentalismo con el otro laburo en los derechos humanos», dijo. Y no dejó de asegurar que los derechos humanos deben analizarse en el presente porque si no no sirven. Habló que en el año 2000 arranca el trabajo de la Comisión por la Memoria, de la que fue directora ejecutiva porque fue convocada por Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz 1980. «Si pensamos a la memoria en términos sociales, políticos e históricos como la memoria de la dictadura solamente no nos sirve; a mi me gusta decir y pensar, me gusta transmitir que la memoria que tiene sentido es la memoria que nos permite pensar el presente sino es una especie de mueca de corrección política; vamos al acto, recordamos alguna cosa y es como que es algo que quedó allá atrás y no tiene nada que ver con el presente», definió. Luego certificó lo dicho con una frase inmejorable: «la memoria conmemorativa no nos sirve».
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