La primera transmisión de radio cumple 100 años. Este 27 de agosto se recuerda aquel día en el que los llamados «Locos de la Azotea» transmitieron la ópera «Parsifal» de Wagner desde la azotea del teatro Coliseo de Buenos Aires. Sin embargo, para Federación, debieron pasar sesenta y ocho años de aquel acontecimiento y recién entonces poder contar con una radio de frecuencia modulada. La radio de frecuencia modulada se ubicó en el 95 punto 5 y se la bautizó Cristal. Esto sucedió en marzo de 1988. A partir de ahí quedaba en la nebulosa y el misterio la razón por la cual Federación no pudo obtener en 1982 la licencia para una emisora de amplitud modulada de frontera.
En junio de 1995 aparece FM Paisaje, en el 101 punto 1 y es seguida por Omega, en noviembre de ese año. Después comenzaron a aparecer las otras emisoras que hoy abundan en el dial. O sea que la radio, la radiofonía como tal, es un fenómeno nuevo en la ciudad termal, aunque desde siempre se han escuchado emisoras uruguayas para saciar la sed de radio.
La radio es un viejo radioteatro, una transmisión de un partido de fútbol o la cobertura de las elecciones cada cuatro años. Pero, por sobre todo, la radio es la combinación de palabras, efectos de sonido, música y silencio. Por eso hay cada vez menos gente que «haga radio», porque para hacerlo hay que tener en cuenta estos cuatro elementos nombrados. Si bien el periodismo en radio tiene diferencias sustanciales con el que se hace en televisión o en la redacción para un medio como éste, no deja de ser algo informativo y noticioso similar de un medio a otro. Cualquiera puede contar noticias y sucesos frente a un micrófono, en cambio hacer radio implica la conjugación de música, silencio, efectos de sonido y palabras, algo que se aprende con la práctica y la falta de miedos o prejuicios. Se debe ser muy libre para hacer radio. Y la práctica de la libertad siempre trae algún problema.
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