No sólo el coronavirus iguala a la villa termal de Federación, al noreste de Entre Ríos, con el resto del mundo y el país, también la desaparición forzada de personas afectó a un ciudadano de estos parajes.
Eduardo tenía 28 años y trabajaba en Astilleros y era delegado. Estaba casado con Zulema. Militaba en el partido comunista.
Fue secuestrado el 24 de febrero de 1977 a eso de las 20:30, cuando se encontraba con otros compañeros en el consultorio odontológico de la doctora Norma Estela Campano, ubicado en la calle 33 entre 24 y 25, en La Plata. Hubo un inmenso operativo donde se rodeó a toda la manzana, se ocuparon las azoteas de las casas vecinas y las casas en frente del consultorio. La policía intimó a que salgan los que estaban en el consultorio, y así lo hicieron. Fueron inmediatamente subidos a los patrulleros, que tenían identidad de la Policía de la provincia de Buenos Aires algunos, y que partieron con rumbo desconocido. Entre los secuestrados estuvieron Elena De La Cuadra, Héctor Baratti, Eduardo Bonín y Humberto Fraccaroli. Los cuatro fueron llevados a la Comisaría 5a de La Plata. Eduardo permaneció con Héctor y Humberto hasta el final.
En julio de 1977 fueron vistos en la Comisaría Quinta por Luis Velasco. Los vio con la misma ropa con que habían sido secuestrados en Febrero, unas remeras de mangas cortas, aunque para entonces era invierno y hacía frío. Ellos todavía no sabían en que comisaría estaban.
Según Velasco, estaban en una celda grande y húmeda en la que no había absolutamente nada, ni colchones ni papeles ni nada. Cada siete o nueve días abrían la puerta y tiraban un balde con agua y acaroína, cerraban la puerta y los dejaban con todo el piso lleno de agua con acaroína. Los presos tenían que secar el suelo empujando el agua hacia afuera o secándola con sus propios calzoncillos. Les daban comida, pero a veces al verlos comer les pegaban. Los sacaban al baño muy arbitrariamente, a veces cuando pedían, otras veces cada dos días. Los tres estaban seguros que los iban a matar.
Alrededor de junio de 1978 los tres fueron trasladados a la Comisaría Octava de La Plata. Allí estuvieron con Diego Barreda del 19 de septiembre al 10 de octubre de 1978. También fueron vistos en octubre de 1978 por Cecila Vázquez y por Juan Frega. Según ellos, los tres estaban muy deteriorados, en su ropa y en la flacura que tenían. Trabajaban con migas de pan y leían todo lo que podían, incluyendo los diarios del piso.
Barreda fue legalizado el 10 de octubre. Al día siguiente le preguntó a una persona que trabajaba en la comisaría por Eduardo y los otros muchachos y éste le dijo que no y bajó la cabeza. Barreda interpretó esto como queriendo decir que habían sido fusilados. Nunca más se supo de ellos.
La búsqueda continúa. Su madre participó en 2014 en uno de los llamados Juicios por la Verdad de la ciudad de La Plata y junto a una de sus hijas planteó el caso del «Negro» Roberto Eduardo Bonín.
“Soy hermana de un desaparecido y hasta el día de hoy me pregunto dónde está. No quiero pensar que no está vivo. Con la ilusión de volver a verlo me gustaría saber por alguien que fue de su vida, si alguien lo conoció por favor que me escriba”. “Soy de Federación, Entre Ríos, Argentina. El nombre de él es Roberto Bonín, le decían “el Negro”. También me gustaría saber algo de una amiga que él tenía, le decían “la Pecosa”, tenía un nene que no sé si era de ella o de un amigo. En el 77 tendría unos 12 años, se llamaba Pablo, nosotros le decíamos Pablito. Si alguien sabe algo por favor que me escriban”.
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