El gobierno avanzó en la implementación de una nueva arma para las fuerzas de seguridad: se trata de las llamadas «pistolas Taser», un elemento de electroshock, que estarían llegando a las fuerzas para usarse en lugares con gran conglomerado de personas; especialmente, aeropuertos y estaciones de tren. En declaraciones a Radio Mitre, el funcionario admitió que Argentina tiene falta de armas intermedias. «Entre el bastón y la pistola faltan armas no letales, para que el personal policial pueda actuar», dijo y recordó que «la Justicia falló a favor de la Ciudad de Buenos Aires para el uso de ese arma».
¿Cómo funcionan?
La tecnología de armas de electroshock utiliza una descarga eléctrica temporal de alto voltaje y baja corriente para anular los mecanismos de activación muscular del cuerpo. El receptor se inmoviliza a través de dos sondas metálicas conectadas a través de cables al dispositivo de electroshock. El receptor siente dolor y se puede paralizar momentáneamente mientras se está aplicando una corriente eléctrica.
Los circuitos internos de la mayoría de las armas de electrochoque son bastante simples. Suelen incluir un oscilador, un circuito resonante (un inversor de energía) y un transformador elevador o un multiplicador de voltaje de diodo-capacitor para lograr una descarga de alto voltaje alterna o una descarga directa continua.
Puede ser alimentado por una o más baterías dependiendo del fabricante y el modelo. La cantidad de corriente generada depende de las capacidades de aturdimiento que se deseen. El voltaje de salida está en el rango de 100 V hasta 6 kV; se calcula que la intensidad de salida de corriente está en el rango de 100 a 500 mA; la duración del impulso individual está en el rango de 10 a 100 µs (microsegundos); mientras que la frecuencia de impulso está en el rango de 2 a 40 Hz; la carga eléctrica suministrada está en el rango de 15 a 500 µC (microcoulombs); finalmente, la energía suministrada está en el rango de 0,9 a 10 J.
La cuestión legal
En 2016, la Corte Suprema dejó firme un fallo que avalaba la implementación de las denominadas «Taser X 26», pistolas que inmovilizan de forma instantánea a quien recibe la descarga y genera múltiples contracciones musculares por segundo. Este tipo de armas tienen un alcance de hasta 8 metros y, para evitar daños físicos en quien recibe la descarga, los especialistas aconsejan evitar la zona de los ojos.
Bullrich instruyó a sus funcionarios a que evalúen los costos y la cantidad de armas que necesitará para cubrir con esta primera etapa de implementación. Según cálculos que hacen en Seguridad, requeriría no más de 300 taser y cada pistola, estiman, cuesta unos 3.000 dólares.
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