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Borgo, Francisco Estanislao
Narrativas de las experiencias de vida de las
personas a partir del traslado y relocali-
zación en la ciudad de Federación
Tesis de Licenciatura en Psicología
Facultad Teresa de Ávila (Paraná)
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Cómo citar el documento:
Borgo, F. E. (2014). Narrativas de las experiencias de vida de las personas a partir del traslado y relocalización en la
ciudad de Federación [en línea]. Tesis de Licenciatura en Psicología, Universidad Católica Argentina, Facultad Teresa
de Ávila, Departamento de Humanidades. Disponible en:
http://bibliotecadigital.uca.edu.ar/repositorio/tesis/narrativas-experiencias-vida-personas.pdf [Fecha de consulta: …..]
Caso 5: Graciela, 63 años
Fran- ¿Me podes contar como fue tu experiencia de cómo viviste durante las vísperas al
traslado de la ciudad de Federación?
Graciela- Mi vida en la vieja Federación fue la de una niña pueblerina de niños que jugaban,
caminaban en calles empedradas donde diariamente veíamos pasar los carros, sulquis de gente
que venía del campo trayendo verduras, leche para ofrecer en la puerta de las casas. Nos
criamos con mucha libertad, con espacios grandes para inventar historias y generar castillos
en el aire vamos a decir. Teníamos el río. En verano teníamos unas playas preciosas, el agua
era cristalina, el lecho era de piedra finita, pedregullo como le decimos nosotros. Teníamos
también una famosa costanera, árboles enormes. Era un pueblo sencillo y con pocas fiestas,
patronales, semana santa, algún baile de primavera o recepción. Vivíamos en familia. No
había tantos acontecimientos como ahora.
Yo hice la escuela primaria en la Pellegrini y la secundaria en el Instituto Domingo Faustino
Sarmiento, que era el único secundario en Federación. Vivíamos una vida pobre no de
abundancia, no existían tantos juguetes, dependíamos de la imaginación.
Fran- ¿Estas características que nombras, forman parte de las características del pueblo?
Graciela– Sí. Como te decía la mayoría de las familias venían del campo. Todas en las casas
tenían gallinero, huertas, había también en algunas, pozos de agua. Acá el vecino era
importante. Te daba identidad. Ellos sabían quiénes éramos, eran testigos de nuestra vida. Si
bien era un pueblo chico y nos conocíamos todos, una de las primeras cosas que sufrimos en
el traslado fue la pérdida del vecino en el nuevo emplazamiento. El pueblo era una ciudad
tradicional española, alrededor de la plaza se encontraban la Policía, la Iglesia, el Correo.
Antes existían servicios como el lechero, el verdulero, el sodero y había también un carnicero
que venía a la casa a vender. Hoy ya es distinto, ha cambiado todo.
Hoy yo lo pienso como una vida separada, cuando vuelvo allá a la vieja cuando hay bajantes,
ubico a las personas en su lugar en donde vivían, su sitio geográfico. Acá si los reconozco,
pero la vida de la vieja está separada de la nueva. Hay como una separación entre dos
realidades que se comunican con un hilo o un cordón umbilical invisible.
Fran- ¿En qué momento de tu vida te encuentra la noticia de que tiene que trasladarse la
ciudad?
Graciela– Nosotros tuvimos un periodo muy traumático porque veníamos preparándonos para
un traslado de la ciudad. Habían hecho un estudio factible donde se podía trasladar, se realizó
un plesbvicito para elegir la zona, pero en 1976 todo lo que venía marchando en el gobierno
democrático quedó en cero debido a que toman el gobierno los militares. Teníamos que
empezar de nuevo porque no nos habíamos dado cuenta, pensábamos que todo eso no iba a
sufrir ninguna consecuencia. Un día el Intendente nos hace un asado para todos los docentes
por el día del maestro. Nos hace un discurso en un momento dado nos dice: yo no entiendo
que es lo que pasa con el pueblo que esta tan quieto! No se sabe si la ciudad se va ha hacer o
no, yo estoy atado de pies y manos porque no puedo decir nada. Eso a nosotros nos abrió los
ojos porque no estábamos al tanto de cómo se había frenado y de las actividades del proceso.
Y cuando se empieza a trabajar para querer lograr que se haga, y bueno la excusa era que no
había plata, en ese entonces estaba Martínez de Oz. Nosotras como docentes, entre todas mis
compañeras en la escuela 208, empezamos a ver que podíamos hacer, porque estábamos en un
periodo militar donde no podíamos manifestarnos y no podíamos andar en grupo.
Una de las cosas que se nos ocurrió fue proponer hacer cartas con los niños, que cada uno escribiera
pidiendo por la ciudad. Teníamos motivos de peso como para que nos escuchara, esta ciudad
había sido decretada ciudad por Belgrano y en sus orígenes creada como estancia por Don
José de San Martin, padre del libertador con el nombre de Mandisoví. Me acuerdo que llevaba
las cartas al correo y se reían porque decían que esas cartas iban a parar a la basura, que no las
iban a leer. Pero en mi curso hubo tres o cuatro chicos que recibieron cartas contestadas por
Videla. Esa fue una de las acciones, otra fue cuando, porque en esa época no podíamos
protestar, cuando nos enteramos que venían una convención de periodistas a Salto Grande y
que iban a hacer un recorrido por Federación, una maestra solicitada para hacer de traductora
de portugués y guía, nos avisa y entonces nos juntamos para hacer carteles. Los carteles
decían que queríamos hacer saber al mundo lo que iba a pasar con nuestra ciudad, que no
había una respuesta del gobierno y que iba a quedar bajo agua, y queríamos saber que iba a
pasar con toda la gente. Me acuerdo que salimos a pegarle carteles en el micro y ellos creían
que los estábamos atacando, decían que por qué los agredíamos, pero la maestra les dijo que
queríamos trasmitir un mensaje para que se escuche en todos lados y que ellos lo trasmitieran.
¡Ah! y otra fue también que le pedimos al cura Viola hacer una procesión, pero él dijo que iba
a hacer unas prerrogativas alrededor de la plaza. Se hicieron tres encuentros con la promes
de que en la última si se supiera de una noticia favorable se haría hasta la gruta de Lourdes. A
todo esto fue un grupo de personas a Buenos Aires a una reunión donde si iba a tratar el tema.
El sacerdote ya estaba preparado para que cuando haya una noticia favorable eche a sonar las
campanas. Yo te digo que ese fue el momento más emocionante o el que más me toco el
corazón, no te sé explicar que fibra me toco, pero empecé a llorar no se por cuánto tiempo.
Los chicos del Instituto cuando se escucharon las campanas salieron sin autorización a la
calle, era todo el mundo a la calle y la población entera salimos en procesión a la Virgen de
Lourdes. Caminamos como cinco kilómetros a las dos de la tarde el 2 de septiembre, algunos
a pie otros en auto festejando que se hacía.
Fue traumático ver como se iba derrumbando. Todo lo demás fue difícil pero sabíamos que
veníamos a un futuro, a construir, a levantar acá.
Fran- ¿Cómo viviste el proceso de tu traslado?
Graciela– No fue muy paulatino que digamos, porque la represa nos estaba apurando. La
empresa que se encargó de construir la ciudad tenía poco tiempo. Las casas eran
prefabricadas, si bien el material era de ladrillo y cemento se construían las partes y después
se ensamblaba todo. Fue poco el tiempo y cuando nos vinimos teníamos las casas a medio
terminar. En mi caso la casa no estaba terminada, faltaba el placar, las persianas y teníamos
gente trabajando hasta que quedó terminada. Cuando vinimos no teníamos plantas, no había
calles asfaltadas, era un paisaje lunar o de guerra, al no ver nada verde y muchos montículos
de tierra removidos por las obras de construcción. Yo salí beneficiada en ese momento,
vinimos a vivir a una casa más grande y con más comodidades. Fue un reacomodamiento.
Tuvimos que aceptarlo, tolerar la transición y esperar hasta que todo haya terminado.
Fran- ¿Y en el momento en que ya están relocalizados?
Graciela– Bueno, Federación vivió un momento de chatura, no había lugares dónde reunirse a
compartir y jugar, se metió para adentro, se encerró. El pueblo parecía dormido, no había vida
social por mucho tiempo.
Fran- ¿De qué manera recordás hoy a la vieja Federación? ¿Tiene algún significado que te
haya dejado esta experiencia tan particular?
Graciela- Todo está guardado en la memoria. Lo más dramático es saber que no puedo llevar
a mis hijos y nietos, que no puedo mostrarles los rincones, los lugares, mi casa. Una forma de
no dejarlo ir de alguna manera fue rescatar a través de la palabra. Yo escribo, y de alguna
manera en mis poesías y escritos he guardado momentos y lugares de esa vieja ciudad. Me ha
servido para atesorar. El significado que tiene para mí es negativo, desearía que no se haga
más una represa, porque la naturaleza es sabia y al río no lo tenemos más como era antes. De
todas maneras lo que siento es orgullo de la ciudad que tenemos, tan bella, con los parques, la
costanera, la naturaleza de esta zona y las termas.
El entrerriano se caracteriza por ser solidario, la gente abierta, que se brinda al otro,
Federación ha sido así en la vieja y lo somos ahora acá también. Porque la chatura que
vivimos creo que fue un duelo, creo que no sabíamos que hacer hasta que nos acomodamos y
salimos del cascarón.
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