FOTO DE PORTADA: Aserradero de los Silvestri.
Ni historia negra ni historia rosa; sólo la historia propia, la que uno atesora.
Federación se compone de varias ciudades, una sobre otra. El ex emplazamiento, con su marginalidad y su industrialidad sui generis; el casco original de la ciudad construida por Consorcio Federación, con casi 500 casas menos porque no había plata; el área termal sobre calle Paraná; Federación Norte y la Avenida Alem hacia el oeste, donde se pone el sol. ¿Qué hacemos con esto? ¿Cómo se gobierna para sectores tan distintos? ¿Cómo se convive?
Federación se compone también de lo que es, de lo que pudo ser, de lo que no fue, de lo que hubiera sido. Federación se compone de lo que es: una ciudad que le da importancia al turismo más que a otras actividades. Y no es para menos. el dinero ingresado solamente por la venta de entradas a termas es fabuloso. Federación es lo que pudo ser: un pueblo polvoriento y lleno de árboles, con gente que emigraba y otra que se quedaba; la tranquilidad del carro pasando por la calle y los mates en la vereda en los atardeceres de verano, después del trabajo. Federación es lo que no fue ¿Qué no fue Federación? Un polo obrero a pesar de la madera; un pueblito tranquilo; un lugar donde pasar el verano alquilando aquellas horribles casillas de madera pintadas de varios colores que hoy se replican mejor en el camping de Miñones; un lugar político donde el Centro de Comercio, Montoneros y las otras variantes del peronismo y la versión pueblerina pero no menos militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores confrontaban permanentemente; un pueblo con el río dragado para que pasen grandes barcos; un pueblo ubicado en lo alto de una enorme escalinata que graduaría las crecientes del algo artificial. ¿»Qué hubiéramos sido si nos hubieran dejado ser?», dice Víctor Heredia en su obra poético musical «Taki Ongoy». Y la frase podría aplicarse a Federación. ¿Y qué hubiéramos sido si..? ¿No nos dejaron ser?¿Queríamos ser algo, alguien? En principio el pueblo hubiera seguido con su división de clases sociales, con sus chismes, sus tres casas por manzana, sus arboles de todo tipo y su engañosa felicidad. O con sus negocios, sus viajes, sus cheques, su llegar sobre el filo del mediodía al Banco de Entre Ríos total el gerente espera. ¿Hubier sido así? Eso se llama UCRONÍA. Suponer que hubiera pasado si no hubiera pasado lo que pasó. ¿Federación quería ser mercantilista, obrera, política, industrial, futbolera, changarina; según donde se ubicara uno?
La dictadura contra el gobierno seudo democrático de Isabel Martínez dejó inconclusa esa respuesta. Ya nada volvió a ser como era. Y eso no es malo ni es bueno. Es lo que pasó. (Las causas por las que eso pasó y no otra cosa todavía provocan divisiones y abren viejas heridas) La dictadura se quedó con la plata de la reconstrucción de la ciudad de Federación, que podría haberse hecho de manera menos traumática aún en dictadura. Pero, como dijo Marcelo Simón, «además de brutales eran brutos». La participación civil de alta corruptela se empezó a ver cuando se empezó a conocer en el país que se iba a construir la nueva ciudad. Cualquiera era arquitecto o maestro mayor de obras; cualquiera juntaba dos camiones y ponía una «empresa». Después, los civiles que estaban antes de la dictadura y de la demolición del poblado, y que todavía siguen estando, se congraciaron con los verdugos y para ellos la cosa siguió casi sin sobresaltos.
Federación se compone de varias ciudades; una sobre otra. Están los que recuerdan y lloran al recordar. Están los que han venido desde otros lugares a vivir aquí y empiezan a descubrir que no todo era lo que se pensaba. Está los menores de 35 años que escuchan la historia del viejo pueblo como quien ve una película en blanco y negro. Y están los que tapan todo sumergiéndose en baños de agua termal.
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