El hombre de más o menos un metro setenta y cinco de estatura, bigotes canosos y ojos azules se presenta como Jorge Bouchet, veterano de Malvinas. Asegura haber nacido en una casona que todavía se conserva en lo que el turismo actual define ahora como el barrio Paso de la Barca, en Federación Norte. Aunque vive en Colonia Alemana, donde no se conmemora el 2 de abril sino el día de la rendición, el 14 de junio. Miembro de una familia de siete hermanos, debió irse de la Escuela «Domingo Faustino Sarmiento», hoy Escuela Normal, por revoltoso. A los 15 años ingresó en la Armada Argentina. No estuvo instruyéndose en la tristemente célebre Escuela Superior de Mecánica de la Armada -ESMA- sino en la Escuela de Formación de Punta Mogotes, en torno al faro de aquel lugar. «En la Escuela de Mecánica hice un curso de técnico electromecánico; soy técnico electromecánico especializado en comunicaciones», dijo. Y como técnico electrónico a cargo de las telecomunicaciones desembarca en las islas Malvinas.
«NO FUERON CHICOS SINO SOLDADOS»
«En la guerra, todas las actividades son importantes; el comandante es quien diagrama la estrategia, la tropa y los soldados tienen su importancia también porque se escucha quienes desprecian la tarea del soldado diciendo que eran chicos o niños sin instrucción; nuestro Batallón 5 de Infantería de Marina tenía soldados de la misma edad y origen de cualquier unidad, no tenía personal selecto; de mil cuatrocientos hombres que tenía la unidad nuestra mil cien eran soldados conscriptos», afirma Bouchet. Y continúa relatando que su unidad fue atacada por cinco unidades inglesas de elite, como el Regimiento de Galeses, los rifleros gurkhas, el 3° de Paracaidistas y una sección de Royal Marines; «fueron repelidos todos los ataques y fueron repelidos por esos soldados conscriptos con tres o cuatro meses de instrucción», afirmó.
Cuando se lo consulta al veterano de guerra acerca de su vida antes de los 15 años, edad en la que ingresa a la Armada, Jorge Bouchet cambia la mirada y parece volver el tiempo atrás. «Yo comienzo mi secundaria acá, en la Escuela «Sarmiento»; de acá paso a Chajarí y la verdad es que no me gustaba nada esta historia entonces en 1975 decidí llevar adelante lo que era mi vocación de vida», dijo. Afirmó que lo que lo motivó, y mucho, fue una película llamada «36 horas en el infierno» (una película de 1969, con Richard Harrison, Pamela Tudor y Alain Gerard), en la cual norteamericanos y australianos pelean contra los japoneses y liberan las islas Bismarck y Salomon. El desembarco cinematográfico y exagerado de los invencibles marines yanquis motivó al jovencito Bouchet. Eso e ir a parar a la Armada fue una sola cosa.
DE COLONIA ALEMANA A PORT STANLEY
«Hasta el día de hoy la información no es todo lo veraz que uno quisiera, así que imagínese en ese momento, sin embargo yo siempre quise ir a Malvinas; en el año 2012 pudimos volver con mi esposa, Miriam Romero, directora de la Escuela N° 3 de Colonia Alemana, a las islas Malvinas y a ella le cambió la vida esa visita», explicó Bouchet. Su esposa pudo estar en contacto con el suelo duro y frío de la turba malvinense. ¿Y él? ¿Qué sentimientos, broncas y emociones despertó aquella segunda visita? «Creía que cerraba un capítulo de la vida, pero no, no cerré nada sino que volvieron heridas, dolores, recuerdos…creo que esto que iniciamos aquel 2 de abril de 1982 no se cierra más; vamos a morir con el estigma del hombre que tuvo que enfrentar a la muerte, enfrentarla viendo caer a nuestros compañeros y viendo caer al adversario, porque ahora ya no se lo siente más como un enemigo al inglés», subrayó.
«DESPUÉS DE LA GUERRA ME DI CUENTA QUE LOS INGLESES ERAN COMO NOSOTROS»
«A mi me pasó el encontrarme con un ex combatiente inglés en Punta Arenas, en Chile, que había combatido contra nuestra unidad; y, bueno, nos fundimos en un abrazo y ya brotaron las lágrimas…la cosa es que el soldado no participó de las decisiones políticas de la guerra sino que el soldado fue a combatir igual que aquel que tuvo más o menos especialización o más o menos armas sofisticadas», dijo Jorge Bouchet. Y no dejó pasar la oportunidad de asegurar que el stress post traumático posterior a la guerra, y que hizo que se suicidaron 1.500 veteranos y ex combatientes, ataca a todos por igual. «Nos diferenciamos claramente de los que decidieron hacer esa guerra y profundamente hermanados con aquellos que fueron nuestros adversarios militares, no nuestros enemigos», dijo.
LAS DIFERENCIAS CON LOS INGLESES
Se le recuerda a Jorge Bouchet las diferencias entre tropas de elite inglesas, pagadas, fuertemente pertrechadas con armamento moderno y las tropas argentinas divididas entre conscriptos y militares de carrera. el veterano repasa la situación. dice que él entonces tenía 21 años y que su experiencia, que no era mucha, servía para los suboficiales más jóvenes y los soldados. «Los ingleses llevaban en guerra mucho tiempo y nosotros veníamos de cien años de paz; ellos tenían entrenamiento pero no tenían lo que nosotros teníamos, el amor a la patria», dijo. «A ellos no les importaba mucho dónde estaban porque venían a cumplir un trabajo porque eran tropas rentadas; y ahí hay que destacar la labor de las docentes de aquellos años que nos inculcaron el amor por la Malvinas», certificó. «Esto hizo la diferencia entre nosotros y ellos, y así hay generales ingleses que han escrito libros como «No picnic» donde, justamente, relatan que venir a pelear contra los argentinos no fue un pic nic», dijo.
EL HOY DE LOS COMBATIENTES
Jorge Bouchet certifica que se hizo un acto en Chajarí por el 2 de abril y fueron menos de cien personas. «Esperá a ir a Federación», le dijo Omar Cándarle, ex enfermero del buque «Bahía Paraíso» en la guerra. Y sí, el acto de este 2 de abril de 2017 en Federación fue horrible. Luis Balbuena, el «ciudadano ilustre» se excusó por no asistir a través de una nota. El prefecto Pablo Goñi leyó un escrito pero no moduló y se perdió la mitad de lo que leyó.
«En Chajarí hay un cura que estuvo en la guerra, el cura Baldezari, pero no se quiere reunir con nosotros, no quiere ni hablar del tema», dijo Bouchet. Y aprovechó para nombrar a los 1.500 veteranos y ex combatientes que no lo soportaron y se suicidaron y los que hoy -como él- sufren enfermedades de una persona de más de 70 años a causa del stress post traumático que la guerra provoca en argentinos e ingleses. «En Colonia Alemana no recordamos el 2 de abril sino el 14 de junio, día de la rendición y cuando se dieron los combates más feroces por la resistencia; mi unidad combatió hasta 14 horas después de que se rindió Puerto Argentino y tuvimos el honor de volver desfilando y con el reconocimiento del propio enemigo», relató Bouchet.
Relató que este sábado 1 de abril una mujer mayor se le acercó y reconoció no saber «que pertenecías a los loquitos de la guerra». Él se enojó y le dijo que lo permitía semejante broma. Le dijo que bromas así son las que -entre otras causas- hicieron que se suicidaran muchos. Demasiados. «El 14 de junio es muy importante para nosotros porque nos rendimos, tuvimos que enterrar a nuestros muertos y aceptar que el pueblo argentino nos negó, no nos dio trabajo y nos hizo directamente responsables de la derrota», dijo el veterano. «Hoy en día se hicieron cayos las heridas pero no sanan más y el stress post traumático nos afectó y afecta a todos», dijo.
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