«Estoy, en estos días, un poco afectada», dice la mujer a través del teléfono, en esta mañana de martes 5 de septiembre, a pocos horas de que la precandidata de La Libertad avanza, el partido de Milei, Victoria Villarruel, hiciera un acto negando la verdad histórica acerca del genocidio perpetrado por la dictadura cívico militar y eclesiástica comenzada en 1976. Es Bibiana Reibaldi, nacida en 1956, integrante del grupo colectivo Historias Desobedientes e hija de quien fuera un oficial de Inteligencia del Ejército, retirado con el cargo de mayor del Batallón 601 Viamonte-Callao de Buenos Aires. Este hombre, Reibaldi, se retiró en el año 1970 pero reingresó por voluntad propia al año siguiente. A este dato su hija -lo cuenta segura de sí pero muy afectada por la disfonía- lo certificó porque tuvo acceso a los legajos microfilmados «que existen en el noveno piso del Ministerio de Defensa». Bibiana vuelve sobre lo mismo cuando asegura que existen «miles y miles» de legajos microfilmados del personal civil de Inteligencia. «Es muy importante que estos legajos se digitalicen porque son pruebas muy importantes para un juicio», dijo la mujer.
«Tengo en mis manos el legajo oficial de mi padre», aseguró. También aseguró que ella supo «siempre que mi papá trabajaba de militar y en Viamonte y Callao, porque ahí íbamos a visitarlo cuando él era un oficial joven y estaba de guardia». La familia vivía en la misma cuadra del temible Batallón 601, en Viamonte al 1800 de lo que hoy es la CABA. «Es muy difícil, para una hija que quiere a su papá, afrontar esa realidad naturalizada y ver a su papá como a quien va a un negocio o a una oficina; me costó muchísimo juntar esa situación con el accionar criminal que se cometía desde ahí, donde estuvo el cerebro, el núcleo de todo lo que se pergeñó aquí, los crímenes de lesa humanidad», dijo Bibiana Reibaldi, a través de la Radio Uno de Federación.
Julio Reibaldi murió impune en el año 2002. «Tuvimos cuatro enfrentamientos con él en vida; yo me posicioné éticamente y repudié el accionar de mi papá no a él porque yo siempre lo quise mucho», confiesa Bibiana. Relató que, «desde aquel juicio corajudo de 1985 bajo el gobierno de Raúl Alfonsín, recién en el año 2005 se reabrieron los juicios y eso nos permitió a hijas e hijos de genocidas conocer fehacientemente la verdad».
En la calle y a la venta está el libro «Desobediencia de vida» y, el colectivo Historias Desobedientes, «hace un llamado a la desobediencia», dice Reibaldi. «No podemos obedecer ordenes criminales ni guardar silencio frente a situaciones delictivas», certificó.