La polémica abierta en redes sociales y medios de comunicación sobre el quite y bajada de las paredes del Museo de los Asentamientos de los cuadros donde aparece el asesino Jorge Rafael Videla es equivocada. Es una polémica equivocada si se la basa en si está bien o está mal que se haga lo que se hizo con los cuadros del genocida. No se puede evitar ni borrar de un plumazo una parte de la historia local y nacional porque no se puede evitar ni borrar la existencia de alguien como Videla. Desgraciadamente. Lamentablemente. Desafortunadamente tuvimos a un personaje así de siniestro en el gobierno de la Nación. Deberíamos autocriticarnos como sociedad y preguntarnos por qué dejaron (¿dejamos?) los argentinos que alguien así gobernara.
Cuando el ex presidente Néstor Kirchner bajó el cuadro de Jorge Rafael Videla lo hizo como un gesto simbólico indicando hacia dónde iba su gobierno y con quienes deseaba gobernar. Fue necesario. Pero fue solamente un gesto. En el caso del Concejo Deliberante local –que es quien sanciona la ordenanza de quite de las imágenes-, debió prever que tal vez funcionaría mejor colocar un cartel que diga quien fue Videla y que fue el inventor de la llamada “muerte argentina”, la desaparición forzada de personas. Dejar en su lugar la imagen de Videla (que además está acompañada por la del abogado Humberto Hartwig, intendente en aquellos años) y explicar debajo de la imagen quién fue y qué hizo. Dejar que quienes vean aquella imagen, ojos negros inexpresivos, pómulos huesudos de calavera, bigotes hasta la comisura de los labios, piensen por sí mismos. Porque esta es una cuestión colateral del asunto: si se saca la imagen de Videla nadie va a preguntar quién fue ni qué hizo. Se está usando con el desaparecedor de personas el método de la desaparición, desaparición de su imagen. Y personalmente no creo que alcance con sacar la imagen para alguien que fue torturado.
Este escrito, transformado en lectura, no pretende defender ni atacar. Solamente deseo señalar algo que me parece errado y ocioso. Quitar la imagen de alguien no borra su existencia ni las consecuencias de su proceder. Quitar la imagen de alguien lo desaparece y no queremos más desaparecidos. Y, por si lee esto algún susceptible, no estoy comparando a Videla con un desaparecido. Lo que digo es que sacando la imagen de Videla se evita que alguien conozca la verdad sobre este personaje; se evita que alguien pregunte quién fue y por qué está su imagen ahí. Claro que es incómodo decir que fue él y no otro quien inauguró la nueva ciudad de Federación. Es absolutamente incómodo contar que el mismo que mandó a desaparecer treinta mil personas y robar bebés es quien inauguró tu ciudad. Por esa incomodidad es que hay que dejar que la imagen de Jorge Rafael Videla (ojos negros inexpresivos, pómulos huesudos de calavera, bigotes hasta la comisura de los labios) nos interpele. Reconocer la existencia del monstruo tal vez haga que no inventemos como sociedad algo así en el futuro.
Sé el primero en comentar en «ACERCA DEL QUITE DE LOS CUADROS DE VIDELA.»