El 18 de diciembre de 2022, la Selección Argentina lograba su tercera estrella, al ganarle por penales a Francia en una final para la historia.
La fecha se ha vuelto histórica y cabe recordarla como el día que Messi besó la copa del mundo en el Lusail Stadium, coliseo dorado de aspecto futurista de Qatar que recibió 80 mil almas para presenciar la final de 2022. “Confíen, que no los vamos a dejar tirados”, fue su frase y derivó en el eslogan “elijo creer” que caló en los corazones albicelestes y acompañó hasta último momento. Cada 18 de diciembre, el calendario informa que al año corriente le queda poco para concluir y reluce su artillería simbólica para reforzar la sinonimia con ese partido -o partidazo, decirlo así no es exageración- que Argentina le ganó a la temida Francia de Upamecano, Tchouameni, Griezmann, Dembele, y Mbappé, parte de la lista de grandes jugadores con los que contaba su entrenador Didier Deschamps.
Es la consagración que selló la obtención de la ansiada tercera estrella que se hacía rogar desde 1986. Casi cuatro décadas pasaron para que se dé la hazaña que llegó de la mano de Lionel Scaloni, un técnico joven, “sin experiencia”, que al inicio de su ciclo -se cumplieron 7 años de su asunción- solo generó reticencia y miradas de reojo, y ahora es dueño absoluto de la renovación de un plantel que sigue cosechando nuevas promesas bajo el paraguas de “la Scaloneta”. “La recuerdo como una final inolvidable, donde pasaron un montón de cosas y nuestro equipo, a pesar de las dificultades, siguió creyendo y en ningún momento pensamos que ese partido podía terminar mal”, dijo el propio entrenador de Pujato, el día del sorteo del Mundial 2026 en Washington DC.
Cada 18 revive el flashback de un país que a lo largo y a lo ancho se mantuvo en vilo, hasta que Gonzalo Montiel no salió disparado a gritar el gol y confirmar que su disparo desde los doce pasos había tocado la red. Es el día en que la Selección Argentina jugó la mejor final en la historia de los mundiales y dejó en claro las credenciales futbolísticas de un equipo federal. Es el recuerdo de un encuentro de antología que quedó en la retina de la bitácora popular. Un suceso irreproducible para la ficción que dejó sin aliento cualquier pretensión de prosa que quisiera relatar las emociones que protagonizó toda una Nación.
Un hecho motivado por el fútbol, que, una vez más, ha sido maquinaría de una realidad urgente, vehículo de la alegría popular y de reunión en las calles. Más de cinco millones de personas salieron de sus casas para festejar. “Las últimas movilizaciones grandes de la Argentina fueron por la muerte de Maradona y para repudiar el atentado contra la Vicepresidenta (en ese momento Cristina Kirchner). Necesitábamos salir a la calle porque estamos contentos, porque somos felices, reclamar ese derecho a ser un pueblo feliz, y eso me parece que estalló con la final, la posibilidad de demostrar eso”, expresó Sergio Olguin -escritor que mantiene una relación cercana con el fútbol y la literatura- a los pocos días de esa masiva celebración.
A meses de vivir una nueva copa del mundo, la del 2026, esta vez con sede en Estados Unidos/ México y Canadá, el objetivo se mantiene en repetir la conquista del máximo trofeo y continuar con la tendencia en la competición de la FIFA. “Seguir compitiendo y no dar nunca nada por perdido. Eso es lo que espera nuestra gente de nosotros y lo vamos a volver a intentar”, dijo Scaloni el día que se sortearon los grupos, en el que a la Albiceleste le tocó integrar el J, acompañado por Argelia, Austria y Jordania.
Será la última copa de Messi y el inicio del recambio generacional. Nuevos nombres resuenan para integrar la lista de los elegidos para sumarse al plantel que le rinde tributo a la estrella de Inter Miami. Jugadores que vienen pidiendo pista para continuar con el legado. Valentín Barco, Julio Soler, Facundo Medina, Marcos Senesi, Nehuén Pérez, además de Ezequiel Fernández, Alan Varela, Máximo Perrone y las posibles presencias estelares de Claudio Echeverri, Alejandro Garnacho, Franco Mastantuono, Valentín Carboni y Facundo Buonanotte, son solo alguno de los nombres posibles dentro del gran ecosistema de futbolistas dispersos por Europa.
Pero lo cierto es que este nuevo mundial ha captado su mayor atención por la organización, más que por las estrellas que van a jugar. Más selecciones participantes (48) y más partidos (104) que se disputarán hasta conseguir la gloria. El torneo se ha vendido como “democrático” por esta inclusión de países, pero son más los claroscuros que arriban y terminan en una conclusión: grandes negocios. Quejas que se enmarcan en el precio de las entradas, que según se informó hoy es 200 dólares y comienza a subir cuando avanzan las llaves. La final rondará de 4.185 dólares el boleto más barato, hasta 8.680 el más caro, y otras que no se dicen tanto como las locaciones de los partidos, la mayoría se disputará en el país de Trump y el inaugural será en el Estadio Ciudad de México, conocido como el mítico Azteca.
“Seremos comparsa de Estados Unidos”, dijo el escritor e intelectual mexicano Juan Villoro, en una entrevista que le realizaron en 2024. “Actores de reparto”, sentenció sobre este nuevo campeonato del mundo que parece será con clima “cool” para quienes pueden pagarlo.