Shockeado por la muerte de César Eduardo Manavella, de 63 años recién cumplidos, pero no shockeado como lo estuvo él ante la muerte de su hija, arranco estas líneas tratando de encontrar una respuesta a la pregunta de si vivimos en otro planeta. Ahora todo es carnaval, por eso lo digo. No está nada mal que la gente común se refugie y se distraiga en algo que durante un mes lo mantendrá ocupado con algo que no es la realidad de todos los días. La realidad de todos los días es que la presión del agua de red no alcanza como no alcanza la plata para dar de comer a quienes deberían hacerlo en sus casas y no en el comedor de una escuela.
Sacudido por el calor, aunque no tan sacudido como para no hacer esto que hago todos los días, arranco estas líneas, las continúo, tratando de pensar en el clima que tenemos. La pregunta indica si este calor es normal. Dicen los que saben que es mentira que el dióxido de carbono sea el que produzca el calentamiento global. Dicen que simplemente la tierra se quiere quitar de encima a la peor enfermedad que ha tenido en miles de años: la humanidad.
Hinchado por los desaciertos de un gobierno por el que voté y traté de apoyar, aunque no tan hinchado como para seguir dándome cuenta que es el mal menor, veo que meten la pata. Un conocido locutor regentea unos bungalows hasta que se vendan. Están en calles La Rioja y Misiones y ahí se alojaron unos ladrones que robaron en Chajarí ¿Es culpa de este locutor? La respuesta es no pero como este chico es muy cercano al intendente todo se vuelve turbio. ¿O no? Al igual que cierto fotógrafo y organizador de eventos que no deja de anexar terrenos.
Dudoso acerca de publicar esto o no; hinchado por los desaciertos del gobierno municipal que ni por asomo disculpan el terror del nacional; sacudido por el calor; shockeado por la muerte del Mana; hago propia la frase de José Gervasio Artigas: «con la verdad no ofendo ni temo». Aunque hay verdades y verdades.