POR: Jorge Daneri. (Publicado en Entre Ríos Ahora)
Si pudiéramos dibujar o escribir en el agua del río, leyendo sus saberes, quizás podríamos comprender lo impensado de sus decires, reflexiones, pedidos. De sus gritos también. Si el agua fuera papel accesible a los niños, o los poetas, o si los pájaros pudieran contarles de sus amores o refugios.
Dibujar en el agua ¿no?, para dialogar con ella interpretando sus canciones, escuchando sus reinos de vidas, contemplando su sabiduría de naturalezas vivas y muertas. Asesinadas en el altar del mercado global, que nunca equivoca a su condenado mundo en sexta extinción. O al revés, porqué no, si dejáramos escribir y dibujar a ella, liberarse en la explosión de sus sabidurías.
Si el agua pudiera en el papel, en la caricia de su textura de superficies, manifestarnos la alucinante verdad de sus historias de otros tiempos perdidos, en la memoria de esta especie soberbia y delirante, seguramente sería como conciertos maravillosos. Y los mas grandes clásicos de aquella música, quedarían mudos frente a los sonidos liberados de esos mundos enmudecidos, desconocidos e impensados. Así negados, rechazados, violados, sistemática y perversamente masacrados.
Si el poeta del papel en su libro, como el músico en su partitura, pudiera en esa escultura suave de río agua narrada por ellas, interpretar y traducir al lenguaje humano sus verdades, la música sería grito genial y la palabra condena, un alto inapelable, impostergable.
El papel de agua está manchado de agrotóxicos y sangre, pero sin duda resistirá, condenará y salvará el instante renaciente de las vidas.
Negando la realidad, la bebemos cada mañana, la damos a nuestros hijos, la vendemos y nos lavamos en la intimidad de nuestros cuerpos.
Si el agua narrara, dibujara en su cristalina superficie, comprenderíamos otras sabidurías que aún resisten y nos sobrevivirán si no intentamos dejar que ella, pueda escribir en su textura líquida y milenaria de las vidas.
Si el agua fuera en el silencio respetuoso, lo que sí es, nuestra madre y nuestros hijos, descubriríamos lo que simplemente somos, ella, somos agua pensante, pero solo con ella, sin ella, somos lo que ahora somos: el pasado.
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